Este fin de semana he estado trabajando con Naniana (empresa que se dedica al ocio de los niños, ya sabéis, hinchables y cosas de esas). Cuando es un cumple no pasa nada, estás un par de horas en casa de alguien o en un local y el tiempo vuela. Pero cuando te tocan “ludos” estás tres horas tirada por ahí, dejada a tu buena suerte, y algo de esto me pasó.
Sábado por la mañana:
Llego a las 9.30 donde quedamos y como siempre los que nos reparten llegan tarde y ni ellos saben a quién se tienen que llevar y a donde (naniana es muy organizado ¬¬). Al final a mi me toca al lado de donde estoy con lo que he madrugado inútilmente y aún por encima me tengo que ir a dar una vuelta con mi compañera por el centro comercial para hacer tiempo (son las 9.45 y tengo que estar allí a las 10.30). Aburridas de dar vueltas, nos vamos a los aparcamientos donde tenemos que montar todo, si aparcamientos, el ayuntamiento contrata para los parques de las palmas y a mí me toca en un aparcamiento, hay que joderse. Después de mucho esperar, ocurre el milagro y Kevin aparece con las cosas (10.50 apróx. y teníamos que empezar a las 11) La verdad es que esa mañana fue suave, cinco mataillos de una media de 12 años fáciles de llevar. Tres horas eternas al sol (me quemé la cara) amenizadas por historias como: “Mi amigo el ‘piraña’ una vez cogió un gato por la cabeza y por la cola y si quedó tieso jajaja”.
Sábado por la tarde:
Después de comer corriendo descubro que me va a tocar trabajar a mi sola en un parque (esta vez sí) de escaleritas. Al principio parecía que la tarde iba a ser muuuuuuuy tranquila, las cinco pasadas y sólo estábamos yo y mi sombra. Como bien dice el dicho “No es oro todo lo que reluce” y a eso de las 6 empezó mi calvario. Llegó un grupo de niñatos y al tener la edad que tenían podían subir. Al principio todo bien, pero llegó un momento que al mandarlos bajarse para que se subiera otro grupo no lo hicieron, fue tal el vacile que me cabreé y apagué el hinchable. Resumiendo un poco vino una madre y puso orden. Parecía que todo iba bien, pero los muy h.p abrieron una de las bocas pequeñas después de volver a tener que apagar para poder cerrar, abrieron la grande y el hinchable se vino abajo con los niños dentro. En fin mucho estrés y muchas ganas de inflarlos a ostias, pero bueno… Lo mejor fue cuando vinieron mis compis a buscarme, se metían con Kevin a muerte y el tío aguantando el tipo, llegaron a escupir al lado suyo, hasta nos tiraron piedras cuando íbamos en la furgo. ¿Qué coño está pasando con los adolescentes?
El sábado por la noche estuvo muy bien, salí por ahí con mi neni y mis amiwitos. Unos billares ganamos la rubia y yo :P y luego un ratillo al “Sentido” (pub de ambiente).
Domingo por la mañana:
La verdad es que fue una mañana tranquila, un parque con niños más o menos normales (había uno con voz de pito que me tenía loca y su gemelo también 2x1). Lo más interesante fue que cuando me subí en el taxi por la mañana lo 1º que hizo el taxista fue preguntarme que a quién iba a votar y decirme “me encantan las mujeres inteligentes” cuando le dije que iba a votar al PSOE jajaja.
EL motivo por el que cuento todo esto es porque no entiendo que es lo que pasa que los adolescentes de hoy. ¿Dónde ha quedado el respeto hacia los demás y lo más importante hacia uno mismo? ¿Qué está haciendo la sociedad y la televisión con los jóvenes de hoy? ¿Qué estamos haciendo nosotros? ¿Qué será del mundo con los adultos en los que se convertirán? No sé, tengo tantas preguntas sin respuesta. La verdad es que me asusta pensar en que la cosa no cambie y que vaya a peor. Espero que el mundo se dé cuenta como yo, y que no sea demasiado tarde.